La abducción: el
supuesto acto en el cual uno o más seres extraterrestres toman a un ser vivo
terrestre, lo llevan hacia un lugar extraño, experimentan con el cuerpo
extrayendo fluidos corporales o inoculando extraños objetos tecnológicos como
“chips”… Esta es la regla general que se tienen de las abducciones en todo el
mundo. Una gran mayoría de los casos recogidos tienen estas claves, pero
también se podría destacar el secuestro de esa persona en contra de su voluntad
y en otras se recoge esa voluntariedad en dejarse llevar. Y el rasgo de las
criaturas que interactúan con ellos suele tener varias teorías y descripciones,
algunos casos recogen a seres muy altos, muy luminosos, de enormes cabezas y
ojos, y que siempre intentan interactuar con el ser humano de forma telepática
y no tan violenta.
Y muchos de esos testimonios, curiosamente, se recogen en
plena etapa del sueño, es decir, cuando los testigos se encuentran dormidos. Y
uno de esos casos extraños aparecen en 1995, en Israel, cuando se hablaba de “oleadas”.
Porque incluso la misma policía del país hablaban de apariciones de naves y de
humanoides gigantes de más de 2 metros con ese halo como de neblina luminosa y
con trajes como metálicos. Siempre se aparecían de noche, dejaron huellas, y se
grabaron vídeos. Aquello se pensó que era una estrategia de terroristas pero
las huellas encontradas no correspondían a un pie humano ni a ningún tipo de
máquina conocida por las personas del lugar, cavidades de 35 centímetros de
profundidad, equivalentes a la presión de una tonelada.
Y entra en juego un concepto para explicar los casos de
abducciones, los EBEs (Entidad Biológicas Extraterrestres), un término acuñado
por un reconocido experto e investigador en el tema, Budd Hopkins. Este señor
realiza una encuesta entre seis mil estadounidenses, y deduce que existe un
porcentaje de un 2% de supuestos abducidos. Estos casos de secuestros los
extrapola a más, millones y millones de personas han sufrido este efecto, y que
la cosa va a más, porque según contaba Hopkins esas entidades vienen a la
Tierra en busca de material genético humano con el fin de restaurar su raza
agonizante.
¿Pero
cómo un hombre que se dedicaba a la pintura y escultura, que recibió premios
nacionales hacia sus trabajos se dedica de forma inesperada a la ufología? Pues
como les pasa a muchos divulgadores, él ve un extraño objeto metálico junto a
sus amigos en 1964 en el cielo de la bahía de Cabo Cod (Massachussets) y con aquel
avistamiento le surge una nueva inquietud que comienza con sus primeras
investigaciones en 1975 sobre extraños casos ocurridos en el mismo lugar donde
vio aquel extraño ovni.
Y este hombre en 1980 publica un libro que contenía una herramienta que él utilizó en sus casos investigados, “Missing Time”, “El Tiempo Perdido” se llamaba esa obra, y contaba el uso de la hipnosis como el nexo para descubrir ese hueco vacío que tenía el afectado/a cuando era abducido. Pero claro, en aquel tiempo la hipnosis se conocía aún muy poco, y fíjense que Freud fue el gran pionero, pero se utilizaba más bien para despertar rincones de la mente del paciente dedicados a los deseos conscientes e inconscientes, todavía no se había utilizado para encontrar recuerdos olvidados o borrados de forma extraña. Y en 200 casos que investiga Hopkins en 20 años recoge casi el mismo esquema, un patrón que se repite casi siempre, aparece una luz fantasmal junto a una carretera o en plena ciudad, el motor de los vehículos se para y aparecen criaturas semejantes a seres humanos pero de pequeño tamaño y gran cabeza que le hacen a la víctima exámenes físicos y manipulaciones quirúrgicas semejantes a biopsias que frecuentemente dejan una cicatriz... En ocasiones introducen pequeños objetos en la cabeza o en otras partes del cuerpo de la víctima...
Y este hombre en 1980 publica un libro que contenía una herramienta que él utilizó en sus casos investigados, “Missing Time”, “El Tiempo Perdido” se llamaba esa obra, y contaba el uso de la hipnosis como el nexo para descubrir ese hueco vacío que tenía el afectado/a cuando era abducido. Pero claro, en aquel tiempo la hipnosis se conocía aún muy poco, y fíjense que Freud fue el gran pionero, pero se utilizaba más bien para despertar rincones de la mente del paciente dedicados a los deseos conscientes e inconscientes, todavía no se había utilizado para encontrar recuerdos olvidados o borrados de forma extraña. Y en 200 casos que investiga Hopkins en 20 años recoge casi el mismo esquema, un patrón que se repite casi siempre, aparece una luz fantasmal junto a una carretera o en plena ciudad, el motor de los vehículos se para y aparecen criaturas semejantes a seres humanos pero de pequeño tamaño y gran cabeza que le hacen a la víctima exámenes físicos y manipulaciones quirúrgicas semejantes a biopsias que frecuentemente dejan una cicatriz... En ocasiones introducen pequeños objetos en la cabeza o en otras partes del cuerpo de la víctima...
Y esto de los implantes en los cuerpos de los abducidos
es muy curioso, porque a veces se extraen cosas que no se sabe científicamente
qué son, y que muchos científicos de prestigiosas universidades de Europa y de
Norteamérica llegan casi a la misma conclusión en estos extraños casos: la
teoría de que unas entidades no humanas están implantando en seres humanos
objetos que no son producto de nuestra tecnología. Otra característica común a
los abducidos es el síndrome post-traumático de estrés, muy parecido al que
manifiestan los soldados que van a la guerra. Muchos experimentan recuerdos de
su abducción en forma de flash, es decir, de imágenes caóticas que pasan por su
mente a gran velocidad.
Uno de los casos más conocidos mundialmente es el famoso incidente protagonizado por el cabo Armando Valdés Garrido, ocurrido en la madrugada del 25 de abril de 1977 en una zona situada al noreste de Arica, en el norte de Chile. “Desgraciadamente, por orden de los militares Valdés fue sometido a un tratamiento de electroshock, ya que no respondía a la medicación que normalmente se les suministra a los supuestos psicóticos”. Ese tratamiento “borró” de la mente del protagonista unos hechos que podrían haber sido recuperados con hipnosis. Y es un caso muy parecido al que le pasó a José Manuel Trejo cuando lo trajimos al programa, fíjense en la historia: unas maniobras estratégicas, siete testigos más el mismo Valdés presenciaron una luz que descendía y se posaba entre unas colinas en la zona de Pampa Lluscuma donde se encontraban, a unos 500 metros. Cuando el cabo Valdés se adelanta y va hacia esa luz, y de repente su cuerpo desaparece. A los 15 minutos regresa de donde fuera que estuviese, y aparece desmayado. Los compañeros que se encontraban por el lugar lo ven y deciden ir a salvarle su rostro mostraba una barba de varios días, aunque Valdes estaba afeitado en el momento de su desaparición. Su reloj digital se había parado y el marcador de la fecha señalaba cinco días más tarde, como si para Valdés hubiera transcurrido una semana en vez de unos pocos minutos. Y lo más inquietante fue una frase que cuenta en un momento que parecía que volvía a ser consciente “ustedes no saben quiénes somos ni de dónde venimos, pero les aseguro que pronto volveremos”, y después de decir esto, vuelve a desmayarse.
Uno de los casos más conocidos mundialmente es el famoso incidente protagonizado por el cabo Armando Valdés Garrido, ocurrido en la madrugada del 25 de abril de 1977 en una zona situada al noreste de Arica, en el norte de Chile. “Desgraciadamente, por orden de los militares Valdés fue sometido a un tratamiento de electroshock, ya que no respondía a la medicación que normalmente se les suministra a los supuestos psicóticos”. Ese tratamiento “borró” de la mente del protagonista unos hechos que podrían haber sido recuperados con hipnosis. Y es un caso muy parecido al que le pasó a José Manuel Trejo cuando lo trajimos al programa, fíjense en la historia: unas maniobras estratégicas, siete testigos más el mismo Valdés presenciaron una luz que descendía y se posaba entre unas colinas en la zona de Pampa Lluscuma donde se encontraban, a unos 500 metros. Cuando el cabo Valdés se adelanta y va hacia esa luz, y de repente su cuerpo desaparece. A los 15 minutos regresa de donde fuera que estuviese, y aparece desmayado. Los compañeros que se encontraban por el lugar lo ven y deciden ir a salvarle su rostro mostraba una barba de varios días, aunque Valdes estaba afeitado en el momento de su desaparición. Su reloj digital se había parado y el marcador de la fecha señalaba cinco días más tarde, como si para Valdés hubiera transcurrido una semana en vez de unos pocos minutos. Y lo más inquietante fue una frase que cuenta en un momento que parecía que volvía a ser consciente “ustedes no saben quiénes somos ni de dónde venimos, pero les aseguro que pronto volveremos”, y después de decir esto, vuelve a desmayarse.
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