En el programa de esta semana nos ponemos a analizar las causas científicas que podrían llevar a cabo tantas desapariciones de barcos o aviones con sus tripulantes. ¿A qué se debe? Repasamos algunas de las claves y teorías expuestas hasta el momento, pero el misterio aún continúa.
Además, dentro de esos misterios contamos la posibilidad de otro nuevo Triángulo de las Bermudas, volvemos a contar la famosa historia del Triángulo del Dragón y de cómo el gobierno japonés calificó esa zona del mar del Japón como una zona peligrosa y calificado como el 'Mar del Diablo'. Hace unos meses se descubrió la existencia de dos supuestas pirámides justo en el mismo centro del Triángulo de las Bermudas. ¿Pertenecieron quizá a aquella civilización perdida de la Atlántida?
También contamos una historia de desamor, suicidio y aparición en Badajoz con la famosa 'dama de blanco'. Cuenta la leyenda que se aparece en las noches de luna llena bajo el Puente de Palmas.
En el Archivo Oculto nuestro técnico Marcos Casilda nos descubre cómo un bombardero americano desapareció de repente cuando sobrevolaba los cielos de Vietnam en aquel famoso conflicto bélico. Lo más extraño de todo no fue la desaparición en sí, sino cómo apareció más adelante, en circunstancias extrañas y con los tripulantes literalmente mutilados.
En el apartado de las Noticias contamos cómo la NASA se ha puesto a investigar el por qué de esos 'agujeros negros' o socavones que se forman en la tierra y que ha afectado a muchos lugares del globo terráqueo; una historia fantástica y peculiar que le ha ocurrido a un chatarrero estadounidense que compró una pieza en una singular tienda de baratijas y que resultó que se trataba de un huevo de Fabergé valorado en millones de dólares perteneciente a la élite rusa de finales del siglo XIX; y terminamos contando dos estudios: uno que ha averiguado cómo afectan las olas de color a las cosechas y que eso podría acelerar las pérdidas dentro de pocos años y el otro que ha averiguado que nuestro sentido del olfato es capaz de captar más de un billón de olores.
Y para terminar, en La Otra Cara del Cine, analizamos La niebla (2007), dirigida por Frank Darabont y basada en la novela de Stephen King del mismo nombre.
Muchos conocemos la teoría
de los agujeros negros en el espacio. De hecho para los más fieles de nuestro
programa no sé si acordarán que dimos una noticia contada por el mismísimo
Stephen Hawking de que la teoría de los agujeros negros era algo más de cómo se
nos ha relatado. Que parece que no es algo que desintegre la materia. Pues
igual que en el cosmos se han descubiertos agujeros negros, ese mismo fenómeno
parece que se lleva estudiando desde hace mucho por oceanógrafos en sus
investigaciones marinas para saber si puede ser esta la explicación ante tantas
regulaciones del clima en diversas zonas marítimas, y por qué no decirlo, para
encontrar la explicación a ciertas desapariciones extrañas que se han
producido.
Y todo comenzó con unas imágenes tomadas entre finales
del año 2006 y principios de 2007 cuando un satélite captó una extraña anomalía
en el Atlántico sur. Se captaron ciertas fotografías que mostraban unos
inmensos remolinos de alrededor de 150 km de diámetro y que parecía engullir
todo lo que encontraba a su paso. Y parecía que nada podía escapar de él.
Una imagen que dio mucho que hablar a los científicos y
que empezaron a hacerlo similar a lo que ocurre en el espacio. Era tan similar
el fenómeno que desconcertó a muchos. ¿Qué pasa? Pues que a alguna explicación
coherente habría que llegar. Ya algunos sabréis que los agujeros negros
espaciales se caracterizan por poseer una masa tan grande que su gravedad es
capaz de atraer todo lo que está cerca de su rango de acción, incluido la luz.
Y la teoría de la relatividad de Einstein cuenta cómo la luz forma órbitas
cerradas que forman unas barreras llamadas esferas de fotones que giran
alrededor de ese agujero. Y esto tiene mucha similitud con los bordes de esos
remolinos de agua, pero en este caso, esos fotones son producidos por
invertebrados marinos bioluminiscentes (para haceros una idea, hay ciertos
moluscos que tienen ese efecto luminiscente a través de rayos solares o a
través de micropartículas marinas, como puede ser el caso de las medusas,
algunos tipos de calamares o parte de vegetación marina, es decir que esto ya
es un efecto común en muchas especies). Y ese efecto podría producir por qué se
mueven con esa órbita cerrada similar al movimiento de la luz en la fotosfera,
y que nada puede escapar de su interior, como ocurre en el espacio.
Y esto fue parte de un estudio que tuvo un año de
duración y que transcurrido ese tiempo se podría descubrir esas barreras
lumínicas que se forman en los límites de los remolinos oceánicos. Remolinos
que son difíciles de encontrar, difíciles de prever, y que parece un método de
expresión que tienen los mares como si un fuerte cambio se fuera a producir en
esa zona. Y que crea muchos interrogantes en cuanto al clima, la atmósfera, o
incluso a la formación de los mares y al comportamiento de nuestra corteza
terrestre. Pero la teoría de que se formen verdaderamente agujeros devoradores
puede ser todavía, el estudio aún continua.
Esta es la parte científica que busca una explicación a
ese extraño fenómeno. ¿Puede ser esta la causa o una de ellas de esas
desapariciones misteriosas de barcos o de aviones? Pues ahí puede quedar. Pero
ahora es cuando entran las especulaciones y las historias de que hay ciertas
zonas donde confluyen los hechos de desapariciones inmediatas o, incluso, de pirámides
submarinas.
Porque el Triángulo de las Bermudas hoy en día lo
conocemos hasta la saciedad. Nos lo han presentado en cantidad de libros, en
series, en películas,… y sigue todavía ahí como mito, leyenda o misterio aún
sin resolver. Pero no ha sido el único “triángulo” que fue nombrado e
investigado. Parece ser que hay otras zonas que se sospechan que al igual que
pasa cuando se cruza por ese punto geográfico entre las Islas Bermudas, Puerto
Rico y Fort Lauderdale (Florida). Y ya ha sido nombrado con un nombre, El
Triángulo del Dragón.
Quizás a algunos no os suene porque no tuvo ese efecto
mediático que tuvo el de las Bermudas. Pero es un lugar que está en las
antípodas y al lado opuesto del ya conocido y que se encuentra muy cerca del Mar
de Japón. Y allí las leyendas antiguas hablaban de cómo surgían los dragones de
las profundidades para tragarse los barcos y volver a sumergirse. Los japoneses
han llamado a esa parte el Ma-no Umi (el Mar del Diablo).
Y aquí tengo que empezar a mencionar a Charles Berlitz,
el escritor que se hizo famoso en 1974 por sacar aquel best seller de “El Triángulo de las Bermudas” y que muchos decían
que había copiado bastante de textos y publicaciones anteriores relacionados
con misterios extraños ocurridos en el océano. Igual que publicó en 1974 aquel
famoso libro sobre el Triángulo de las Bermudas, en 1989 publicó otro sobre el
Triángulo del Dragón. Dedicado a esa zona peligrosa en los mapas japoneses que
se empezó a especular cuando entre 1952 y 1954 se perdieron sin rastro 5 buques
militares con más de 700 personas que formaban la tripulación en todas ellas.
Sin rastro.
Son similares en su formación ambos triángulos, el del
Dragón y el de las Bermudas, primero porque parten de un patrón formado por
líneas imaginaras que precisamente consiguen sus vértices en puntos
estratégicos importantes. Tras diversos cálculos en latitud, grados y longitud
se ha llegado a la conclusión de que sí pueden ser similares. Pero esas
semejanzas no sólo están en sus medidas, porque lo que hace especial a estos
misteriosos enclaves es que se sitúan en el extremo oriental de las masas
continentales, en la caída hacia aguas profundas donde el mar se ve arrastrado
por fuertes corrientes encima de zonas volcánicas extremadamente activas.
Y desde hace más de mil años ya hay una extensa lista de
embarcaciones pesqueras, buques, y aviones de todo tipo que han desaparecido
junto con toda su tripulación cuando han pasado por esas zonas. Tanto los
testimonios recogidos, las partidas de búsqueda o las comunicaciones con los
sistemas de los aparatos desaparecidos apuntaban o bien a fallos en los
sistemas de navegación, o bien a distensiones temporales con su correspondiente
desorientación de la consciencia de los tripulantes. Y es verdad que se han
publicado varios documentos que comprueban que esos triángulos no han surgido
de la imaginación de nadie, que conforman esos triángulos por guardar una
actividad magnética muy superior a otras zonas terrestres y marítimas. Aún así,
todavía no se sabe si ese factor puede ser la causa de todas esas
desapariciones.
El gobierno
japonés financió un buque de investigación tripulado por más de 100 científicos
para saber el motivo de aquellas desapariciones por todo aquel Mal del Diablo. No
obstante, aquel buque desapareció con todos los científicos, por lo que Japón
etiquetó el área como zona peligrosa. Una zona que se calificó como peligrosa
para todo navío que la cruzara. Una zona donde ya se avistaron objetos
voladores no identificados y que los conocedores de la zona hablaron de la
posibilidad de que existiesen bases en las profundidades ya que allí las fosas
alcanzan los 12 mil metros de profundidad. Según una leyenda japonesa, existe
bajo el “Mar del Diablo”, un reino donde el tiempo se halla detenido, también
habla de barcos fantasmagóricos que aparecen repentinamente como si subieran de
las profundidades para desaparecer al cabo de un momento. La otra teoría apunta
a una conectividad entre los dos triángulos y que esto cause algún efecto
desconocido hasta la fecha.
Hasta doce triángulos de estas características se han
confirmado que existen, y lo han confirmado geólogos, meteorólogos, físicos,
astrónomos, y gran cantidad de científicos. Y confirman que dos de ellos están
en los polos y los restantes, son marítimos. Zonas de grandes perturbaciones
geomagnéticas que no está comprobado al cien por cien de que sea la causa de
esas extrañas desapariciones. Pero de que los científicos están seguros de que
ese fenómeno existe y de que se ha convertido en un misterio aún por desvelar.
Y lo más inquietante de este asunto, y ya volvemos al Triángulo de las Bermudas
es de testigos recogidos que cuentan cómo han visto extrañas pirámides en las
profundidades. ¿Otra causa? ¿O es que simplemente en esa zona existió aquella
civilización perdida conocida como la Atlántida?
En septiembre del año pasado, salí a la luz una
publicación en RTP (Radio-Televisión Portuguesa) de que un marinero portugués
había encontrado una pirámide bajo el océano Atlántico de 60 metros de altura y
con la base de unos 8 mil metros cuadrados, es decir, más grande que un estadio
de fútbol. Lo descubrió cerca de las Islas Azores, pero ese descubrimiento
despertó la curiosidad de la comunidad científica ya empezaban a evocar que
existió una civilización extraña en aquel lugar. Como una Atlántida portuguesa,
así que el mito de que sólo había pirámides en el Triángulo de las Bermudas
parecía o comenzaba a aclararse con este hallazgo de que quizás hubo
civilizaciones antiguas que acabaron siendo engullidas por el océano. Pero
sepan que esas pirámides, algunos, las han culpado de que también puedan tener
un extraño efecto en los sistemas de navegación de buques o aeronaves.
El oceanógrafo Dr. Meyer Verlag, con ayuda de un sonar,
encontró unas extrañas estructuras piramidales gigantescas a dos mil metros de
profundidad. Y hace pocos años de este hallazgo que pudo arrojar mucha luz
sobre el misterio del Triángulo de las Bermudas. Encontró dos pirámides de gran
tamaño, formadas posiblemente de algo parecido a un cristal grueso. Y Meyer
confirmó que una de ellas parecía incluso más grande que la famosa Keops de
Egipto. Y en una conferencia que dio posteriormente a este hallazgo y que
mostraba las evidentes pruebas sacó a colación una pregunta que puede que nos
hayamos hecho mucha gente con el tema de las pirámides, una tecnología que
parece desconocida y que no se ha hecho con lo que conocemos ahora, pero es
más, una pirámide impecable, sumergida, sin apenas rasguños. Extraño, muy
extraño.
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