En este nuevo programa tratamos un asunto muy interesante pero a la vez complicado de contar: los viajes astrales, un fenómeno que le ocurre a miles de personas en varios momentos del día y al que muchas de ellas no encuentran una explicación. Hablamos de los tipos que existen, de su preparación, qué los producen y las sensaciones que se experimentan en ellos.
En el Archivo Oculto contamos un extrañísimo caso ovni protagonizado por la Fuerza Aérea Estadounidense, cerca del lago Michigan. Hablamos de la desaparición de un caza interceptor en extrañas circunstancias, y cuyo archivo sigue aún clasificado. ¿Por qué sigue clasificado? ¿Cuál fue la explicación?
Y en el apartado de la información os contamos las últimas declaraciones del Papa Francisco que han dado la vuelta al mundo en cuanto a que no le importaría bautizar a los extraterrestres si ellos así lo quisieran; la nueva teoría sobre el surgimiento de los fuegos fatuos en el lago Hessdalen de Noruega; y también la nueva teoría que ha surgido en cuanto a la desaparición del vuelo MH 370.
Según Wikipedia: la experiencia extracorporal es la sensación de estar flotando proyectado fuera del cuerpo. En algunos casos el sujeto puede experimentar la autoscopia (posibilidad de ver el propio cuerpo desde el punto de vista de un observador externo). La proyección astral o desdoblamiento astral es un tipo de experiencia mental subjetiva, por la cual muchas personas dicen haber experimentado una separación o «desdoblamiento» de lo que llaman el cuerpo astral (o cuerpo sutil), del cuerpo físico.
El mismo fenómeno recibe varias denominaciones
distintas:
• Desdoblamiento
astral.
• Proyección
astral.
• Viaje
astral.
• Desdoblamiento
corporal.
• Experiencia
ecsomática.
• Experiencia
extracorporal (out-of-body experience: ‘experiencia fuera del cuerpo’).
• Proyección
de la conciencia.
En el año 1955,
mientras realizaba una operación de epilepsia, el neurocirujano canadiense
Wilder Penfield estimuló una zona del cerebro de su paciente que le provocó un
sobresalto. “Estoy abandonando mi cuerpo”, aseguró el sujeto mientras el médico
estimulaba eléctricamente su giro angular. Aquella fue la primera demostración
de que muchas de las impresiones supuestamente paranormales que experimentan
algunas personas tienen una base neurológica que puede explicar el fenómeno. Y
tras décadas de experimentos y estimulación cerebral los neurocientíficos están
comenzando a identificar las zonas del cerebro y los procesos que entran en
acción durante una de estas experiencias. Ellos creen que si descubren
esto ya muchos fenómenos como las abducciones, encuentros paranormales, auras y
demás experiencias místicas podrían tener una explicación científica algo más
prosaica pero no menos fascinante.
Cuando
hablamos de lo que nuestra mente todavía es capaz de hacer, parece que aún no
lo podemos saber y explicar. Pero la ciencia ya anda metida con ello desde hace
años. Porque ya hace tiempo que los científicos se dieron cuenta de que ciertas
zonas de nuestro cerebro pueden ser alteradas con alguna influencia externa. La
clave está en estimular una zona concreta del hemisferio derecho del cerebro
conocida como giro angular. Y esto lo cuenta de esta manera el neurocientífico
Ramachandran “Si nos estimulan la corteza parietal derecha con un electrodo
(mientras estamos despiertos y conscientes)” y “por un instante parecerá que
flotamos cerca del techo y veremos nuestro cuerpo desde arriba”.
Siguiendo
los pasos del pionero Wilder Penfield, el neurólogo suizo Olaf Blanke, del
Hospital Universitario de Ginebra, ha comprobado los efectos de la estimulación
de esta zona en alguno de sus pacientes. En diciembre del año 2000, una mujer
de 43 años llamada Heidi entró en el quirófano del doctor Blanke para tratar de
encontrar una solución a su epilepsia. Como en otros muchos casos, los médicos
colocaron decenas de electrodos en su cerebro y los fueron activando
alternativamente hasta llegar al giro angular. La mujer se detuvo entonces y
les dijo a los doctores que se encontraba en el techo del quirófano y que veía
su propio cuerpo desde allí arriba. “Estoy en el techo”, exclamó, “estoy
mirando hacia abajo, a mis piernas. Les veo a los tres”.
En
el año 2007, The New England Journal of Medicine publicó una experiencia
parecida a cargo de médicos británicos y holandeses. Una mujer de 63 años
aquejada de tinnitus (un ruido persistente en el oído) reportó que estaba
saliendo de su cuerpo cuando los electrodos estimularon su giro angular, y que
se encontraba a sí misma desplazada 50 centímetros por detrás de su cuerpo y un
poco a la izquierda. Las experiencias duraban alrededor de 17 segundos y se descartó
cualquier efecto placebo. Pero la gran pregunta es ¿Qué sucede durante estos
breves períodos de tiempo en que uno se siente fuera de su cuerpo? Los
científicos aseguran que estas áreas del cerebro están directamente
relacionadas con la percepción que tenemos de nosotros mismos, la orientación y
el equilibrio vestibular. Una estimulación del giro angular derecho puede
alterar esta percepción y provocar esta especie de ilusión de encontrarse fuera
de uno mismo.
Si
hacemos caso a los parapsicólogos, parece que los seres humanos caminamos por
la vida irradiando un halo de “energía vital” a nuestro alrededor que ellos
conocen como “aura”. Aparte de que la existencia del alma o de los “chakras” no
se sostiene empíricamente, la ciencia empieza a encontrar otras posibles
explicaciones a la percepción del fenómeno en algunas personas, relacionadas
con una propiedad del cerebro conocida como sinestesia. El grupo de
investigación de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Granada lo define
como “una facultad poco común que tienen algunas personas, que consiste en
experimentar sensaciones de una modalidad sensorial particular a partir de
estímulos de otra modalidad distinta”. Es decir, personas que ven una letra o
una nota musical y la asocian automáticamente a un color, entre otras
sensaciones.
Un
estudio publicado en 2004 por el doctor Jamie Ward, de la Universidad de
Londres, documentaba el caso de una paciente capaz de identificar auras de
colores sobre las personas debido a un caso de sinestesia emoción-color. A
pesar de que ella no creía tener ningún tipo de poder sobrenatural,
identificaba las personas a las que conocía con un color determinado y esta
respuesta emocional le hacía ver un “aura” alrededor de ellos cuando los tenía
frente a sí. Algunos neurocientíficos se plantean si este modo de sinestesia no
puede estar detrás del fenómeno conocido durante siglos como aura. De este
modo, lejos de tener que ver con vagas energías y espíritus indetectables, el
aura tendría su origen en una peculiaridad del lóbulo parietal de algunas
personas. Y es verdad que muchas personas saben hacer esto y lo practican. Los
escépticos en este plano siempre se sienten que tienen la razón ya que no creen
que haya personas que puedan “cazar” el aura de una persona sin verla
previamente, y esto me hace recordar un ensayo que hijo el mago James Randi
cuando en programas de televisión se encargaba de desvelar los fraudes o de
intentar hacerlos verídicos, e hizo aquella prueba del biombo y tener un cuerpo
detrás de él, por lo que cuando invitaba a videntes o a las personas que saben
asociar las auras de las almas humanas, apenas conseguían discernir cuál era la
de aquella supuesta persona que se encontraba tras el biombo. Nunca encontraban
su respuesta, y las personas pensaban que eran unos fraudes, hasta que se descubrió
que lo que había tras ese biombo no era una persona, sino un maniquí, por lo
que la teoría del fraude de Randi esta vez, le jugó una mala pasada, porque con
las energías no se juega.
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