PROGRAMA 2X11 - VAMPIRISMO: EL ORIGEN

VAMPIRISMO es el tema principal en el que se ahonda este programa. Hacemos un repaso a los primeros ritos de sangre que podrían haber dado el origen de este fe nómeno, un paso por quién era Bram Stoker y cómo se le ocurrió aquella obra de Drácula. Y contamos algunos de los casos de vampiros que atormentaron las leyendas de ciertos lugares de España como la vampira de Barcelona o aquel extraño caso del ataúd maldito que hizo escala en el puerto de Cartagena y que hizo un viaje de ida y vuelta hasta La Coruña, pero en ese viaje hubo desapariciones extrañas, ¿La leyenda de Drácula pasó por España? ¿Qué hay detrás del mito del vampiro?

ARCHIVO OCULTO: Conocemos la División Paranormal de las SS, porque en el régimen nazi aparte de todos los avances científicos y militares que se estaban probando había otro departamento más que estaba preparando el "renacer nazi", una nueva religión, un nuevo poder,... ¿quieren conocer más de esa división secreta?

NOTICIAS: Misteriosa piedra encontrada en Rusia con una especie de chip en su superficie que podría estar datado de más de 250 millones de años; El cometa 67P contiene una superficie helada a menos de 170 grados; nuevo caso extraño ocurrido en cielo ruso, un conductor graba un vídeo de escasos diez segundos en los que el cielo se hizo de día de repente en plena noche.

EXTREMADURA ENIGMÁTICA: En esta ocasión nos acercamos a la localidad de Tentudía para hablar de su precioso monasterio y de una aparición mariana ocurrida en este lugar, otro rincón de la región extremeña con una historia rica detrás.

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La imagen del vampiro se ha ido incorporando en nuestra cultura como un personaje de ficción, mientras que el cine ha llevado el mito hacia un concepto cada vez más fabuloso e increíble. Pocos son los que conocen si hay algún trasfondo real detrás de este personaje. Lo cierto es que el mismo mito del vampiro ha sufrido una importante evolución desde Carmilla, novela escrita por Sheridan Le Fanu, en 1872, y el Drácula de Abraham “Bram” Stoker. Al principio fue adaptado por el cine en figuras como el Drácula que acabó enloqueciendo a Bela Lugosi, su protagonista, o el monstruoso y a la vez extrañamente sensual Nosferatu. Aproximaciones y visiones más modernas, como Drácula, de Coppola, o el Lestat, de Anne Rice, culminaban la última versión del mito.

            Estas nuevas visiones del mito nos enfrentan con algo distinto: el vampiro como un ser distinto, perteneciente a una raza paralela, con sus conflictos y su propia sensación de marginación, no siendo ya un esbirro del Diablo, sino tan solo un ser de otra especie que precisa alimentarse y trata de hacerlo cazando para sobrevivir. Uno piensa, viendo estas nuevas versiones del vampiro, si muchos de sus rasgos no parecen coincidir con algunas personas que andan entre nosotros.

            Probablemente la patética imagen del sorbedor de sangre nos aleja de pensar que esa imagen de ficción oculta otras formas mucho más reales de vampirismo que no pertenecen en absoluto a la imaginación. También podemos encontrarnos leyendas relativas al vampirismo en todo el mundo e incluso sociedades que interpretan el vampirismo como una forma de culto para conseguir ciertas transformaciones místicas u orgánicas, sin que ello les lleve necesariamente a matar humanos para beberse su sangre. Existen unos vampiros auténticos, como los murciélagos, que chupan sangre, inoculando a veces la rabia a sus víctimas y produciendo síntomas que tal vez pudieran ser el origen de más de una leyenda de vampiros.
           


            El gusto por la sangre, por nuestra propia sangre humana, ha sido siempre ritual desde civilizaciones antiguas. La importancia de tenerla como la fuente de la que mana vida, permanece caliente en el cuerpo y sirve para salvar a otro semejante del mismo grupo sanguíneo. Los sacrificios de sangre eran considerados como peticiones de los dioses en muchas civilizaciones antiguas. Los antiguos textos rituales dan poca información en cuanto al significado de los ritos realizados, por lo que debemos sacar algunas conclusiones de lo poco que se ha dicho. Uno de los libros bíblicos del Antiguo Testamento, el Levítico, cuenta con respecto a la sangre su vinculación a la prohibición de comerla. “Porque la vida de la carne está en su sangre, y os la he dado para hacer expiación por vuestras vidas en el altar, porque, como la vida, es la sangre la que hace expiación” (17:11, Nueva Versión Estándar Revisada). Aquí la sangre hace expiación, y eso se debe a que la vida está en ella; pero debido a que esa sangre es derramada, también puede representar la muerte.

            Entonces con esta aproximación histórica, con este primer acercamiento a lo que cuenta un texto antiguo ya tenemos esa dicotomía de vida y muerte que representa la sangre. Los romanos practicaban esos extraños rituales a través de las batallas de gladiadores, los egipcios y mesopotámicos utilizaban el enterramiento pero a la vez eran partidarios de convertir la sangre en veneno para que el elegido que entraba en la tumba no pudiese tener ningún hálito de vida en su cuerpo. Y los celtas, pues son conocidas sus ofrendas de animales y de personas que sacrificaban con cortes en el cuello, dejando que ese alma llegue a los dioses venerados a través de la pérdida de sangre que se recogía en vasijas que representaba el “liquido de vida” bendecido de los cielos. Incluso los mayas y los aztecas tenían sus propios rituales y ofrendas de sangre a sus dioses, con técnicas variadas como muchas otras. Pero con el mismo fin. Ofrecer la carne y la sangre de sus semejantes para que los dioses se mantuviesen con vida y con energía placentera para seguir trayendo bendiciones a los pueblos que los representaban, así se consideraba por entonces. ¿Podría ser esto el comienzo de la leyenda vampírica tal y cómo la estemos conociendo ahora?
            


            Ese intercambio “energético” que se hacía en los tiempos más antiguos, pudo ser el comienzo de algo más oscuro, la lucha y la adquisición de la energía vital del otro, todo por ser el más fuerte, para mantenerse vivo. Tal vez valga la pena profundizar en nuestros conceptos y renovar nuestros estereotipos para descubrir que la figura del vampiro puede ser algo inquietante y quizás algo muy real y próximo a nosotros. No son muchos los que han leído la novela original Drácula (1897), del escritor irlandés Bram Stoker. No fue sin duda la primera obra literaria que se ocupaba de los vampiros. Ni siquiera era la primera de Stoker, que ya había escrito poco antes El invitado de Drácula, pero sí la que alcanzó la fama y fue llevada al teatro y al cine.



De las numerosísimas películas sobre vampiros, inspiradas sin duda en la obra de Stoker, sobresalen unas pocas. Nosferatu, en 1922, obra maestra del cine mudo, dirigida por F. W. Murnau, es la primera gran creación en torno a este mito (y que ya analizamos en nuestra sección dedicada al cine). Con esa primera imagen terrorífica y desgarbada que atormentaba a la protagonista femenina de la que estaba obsesionado. Mucho se ha escrito sobre las supuestas fuentes de inspiración de Stoker. También se ha dicho mucho sobre la figura histórica de Vlad Tepes, Draculea («hijo del diablo», en rumano). En cuanto a las especulaciones sobre los motivos que tuvo Stoker para basarse en la figura de Drácula, van desde considerar al salvaje personaje histórico, caracterizado por su negra crueldad y roja pasión por la sangre, como simplemente un pretexto en el cual inspirarse para crear un monstruo morboso sediento de sangre humana.

Pero sus motivaciones son más atribuidas al hecho de pertenecer a grupos ocultistas. Por otro lado, hay que atribuir sus motivaciones al hecho de pertenecer a grupos ocultistas. Pero para comprender estas consideraciones esotéricas es preciso presentar en estas páginas un esbozo de lo que fue el ambiente victoriano de la época que le tocó vivir a Stoker, y de la prolífica generación de sociedades secretas y personajes de todo tipo, caracterizados por sus afanes místico-trascendentes-mágicos. El largo reinado de la Reina Victoria, convierte a Gran Bretaña en la metrópoli de un inmenso imperio que abarca los cinco continentes. La revolución industrial, con el inicio de la era del maquinismo, siembra el país de hierro, vapor y movimiento. La rica y emprendedora burguesía vive una época de lujo y refinamiento como no se habían visto desde los tiempos clásicos. Aparece un nuevo culto, esta vez dedicado a la laica ciencia, y su fe no deja de ser tan ciega como la de otras advocaciones. Todo el mundo, al menos los mínimamente ilustrados, cree en la mejora y solución de cualquier problema por el avance y progreso de la técnica, que nos llevará a la mejor de las sociedades posibles. En este ambiente de confianza en el futuro hay, sin embargo, algunos claroscuros que enrarecen el clima ya de por sí brumoso de Londres. El progreso no beneficia a todos en las mismas proporciones. La mayoría de la población vive en una postración total, en unas condiciones de trabajo y vida deprimentes. La inseguridad vital, genera otra de existencial, y las calles racionalmente adoquinadas y dispuestas, cubiertas de esa capa de rocío provocada por la niebla sucia reflejan el miedo de las gentes, miedo a la incerteza y a lo desconocido.

Aparece otra figura tristemente real: Jack el destripador. El temor atenaza a las gentes y se propagan oscuras historias sobre extraños rituales y cultos. El miedo adopta la peor de sus formas, la de lo desconocido. La doble moral de la sociedad victoriana, que niega el deseo sexual, encierra a las mujeres decentes entre corsés que solamente pueden quitarse en el oscuro dormitorio con el fin de procrear. La virilidad contenida de los caballeros se desfoga en burdeles y lupanares. Inmerso en este contexto de decadencia social aparece, en 1887, una sociedad secreta que marca el destino de buena parte del ocultismo y la magia, y, según algunos autores, también de la historia contemporánea. Se trata de The Golden Dawn (El Alba Dorada). A ella pertenecen varios miembros destacados de la cultura y el arte británicos. La Hermética Orden del Alba Dorada (originalmente en inglés: Hermetic Order of the Golden Dawn) era una fraternidad de magia ceremonial y ocultismo, fundada en Londres en 1888 por William Wynn Westcott y Samuel MacGregor Mathers. La Orden Hermética del Alba (Aurora) Dorada es una “sociedad” hermética de carácter secreto esotérica occidental. Es depositaria del saber hermético, cabalístico, alquímico, teúrgico, del gnosticismo cristiano y la tradición rosacruz, entre otros.

Abraham Stoker era miembro de esa Golden Down. Uno de sus contactos y mejores influencias dentro de esa orden era un galés llamado Arthur Machen, un oscuro personaje que influyó en esa imagen del Drácula que representaría más tarde Stoker. Un fragmento largo que habla del pecado como la tentativa de obtener el éxtasis y un saber que no son ni han sido jamás dados al hombre porque el que lo intenta se convierte en demonio. Así lo plasmó el escritor irlandés, Vlad y sus bosques de empalados, atrocidades que para él significaban una voluntad mística por descender al abismo del mal y del pecado. «El empalador» se regocijaba en la muerte y en lo oscuro y siniestro; su vida la dedicó a algo que nada tiene que ver con la ascensión a los claros cielos, y si a tenebrosos, húmedos y terrenales mundos de horror y vitalidad. Con tales notas biográficas, se comprende la elección de Stoker para su príncipe de las tinieblas. Además, se sumaban sus conocimientos sobre la existencia de una gran tradición en el este de Europa en cuestión de vampirismo y magia póstuma. En 1890 nuestro autor conoció además, en una cena, a Hermann (Arminius) Vambery, famoso orientalista húngaro, destacado por sus investigaciones sobre las culturas de Asia central, Turquía y también de su propio país. Vambery completó a Stoker en relación a las informaciones que sobre las connotaciones positivas, que se atribuyen en oriente a la figura del dragón, mientras en occidente se le atribuye una representación de las fuerzas del mal.  Esta visión la poseía debido a sus estudios a través de la Golden Dawn. Su relación con los Drácula y la estancia de Vlad Tepes en Turquía, ofrecen inquietantes relaciones.

En el ambiente victoriano de fin de siglo, no es de extrañar que una obra sangrante y oscura como la de Drácula tuviera un gran éxito. Se representó en el teatro, teniendo gran aceptación de público, al que se obsequiaba en la entrada con un volumen de la obra y una cajita, de la cual, una vez abierta, salía volando un pequeño murciélago. Bram Stoker muere en 1912. Malas lenguas afirman que ya moribundo repetía sin cesar: «Strigoiu… strigoiu…» («El vampiro… el vampiro»). Quién sabe lo que veía en esos momentos. El origen de los vampiros, tal y como los entendemos actualmente, está en los Balcanes. Entonces podría interrogarse sobre la aparición de los vampiros en la literatura occidental. Es posible que se desee comprender de que forma y en que momento la figura del no-muerto, chupador de sangre, aparece en nuestra cultura. Por que una cosa es bien cierta. Mientras que las historias de apariciones fantasmales se dan por doquier, las narraciones sobre vampiros son muy escasas. 



La plaga de vampirismo que vivió la Europa balcánica y eslava, entre los siglos XVI y XIX, tal vez puede ser equiparada a la de las brujas de occidente. Y quien sabe si las razones psicológicas, religioso-culturales y médicas que motivaron unas, justifiquen las otras. Fíjense que este giro de acontecimientos se produce en el siglo de las luces, XVIII. Ya en ese siglo se empiezan a recoger los primeros informes oficiales, quejas de numerosos lugareños, y demás testimonios. Incluso la Iglesia, a través del Papa Benedicto XIV atribuye el fenómeno a la avidez de los eclesiásticos locales, que alimentaban las creencias en dichos seres entre la población autóctona para ser más requeridos, y pagados, por oficiar los numerosos exorcismos que el fenómeno requería. Sea como fuere, las epidemias de supuestos vampiros asolaron Oulos, en 1708, Meduegya y Belgrado, en 1725 y 1732, toda Serbia, en 1825, Hungría, en 1832 y Danzig, en 1855. También fue devastador en otras épocas, dando lugar a acalorados debates en las universidades centroeuropeas, especialmente en la de Leipzig. Los médicos simplemente intentaron atajar el mal sin comprobar jamás su naturaleza. El resultado final bien pudo parecerse a un holocausto, si no fuera porque las víctimas de los atroces ritos de estacamiento, degollación e incineración, ya estaban muertas cuando los padecieron.
            
DATOS A DESTACAR:

3        “vampiros” reales de la historia:

-          Jure Grando, “el primer vampiro”: Es la primera persona que figura en un registro histórico bajo la nominalización de “vampiro”. Fue un viejo campesino de la península de Istria, región que hoy conforman los territorios de Croacia, Eslovenia e Italia. Si bien no se sabe la fecha de su nacimiento, Jure Grando habría fallecido en el año 1656, pero hasta 1672 su “fantasma” o su cuerpo vuelto en vida aterrorizó a los pobladores de la región durante unos 16 años. En los documentos, los locales le llamaban “el Strigon”, lo cual se traduce como “el vampiro” y según allí se dice, los pobladores eran acosados durante la noche, cuando este hombre recorría el pueblo golpeando la puerta de sus hogares, aún después de muerto. Al día siguiente, un miembro de la familia que había recibido los golpes de Grando en su puerta amanecía muerto. Los pueblerinos, hartos de la situación, decidieron enfrentar a este hombre en compañía del sacerdote del lugar. De acuerdo a lo que se menciona en los documentos, luego de profanar la tumba de Grando y en el nombre de Dios expulsar al Strigon, numerosas lágrimas brotaron de los ojos del cadáver, el cual se quitó del sepulcro y fue decapitado. Hoy, este lugar tiene un gran valor antropológico, histórico-cultural y por supuesto, turístico.


-          Elizabeth Bathory, “la condesa sangrienta”: La Hungría del siglo XVI fue testigo de toda una “serial killer” como fue la condesa Elizabeth Bathory que desde lo más alto de la aristocracia húngara, se divertía con la tortura, el asesinato y el abuso de los campesinos. “La condesa sangrienta”, como se la llamó después de haber sido enjuiciada por sus atrocidades, es la mujer con más homicidios de la historia de la humanidad de la cual se tienen registros. Elizabeth Bathory, obsesionada con la belleza y la idea de la vida eterna, asesinó al menos 80 personas y aunque no se ha podido corroborar, se estima que en realidad fueron más de 650. De acuerdo a los relatos folclóricos locales, esta delirante mujer se bañaba con la sangre de doncellas vírgenes de la región para mantenerse jóven y hermosa, aunque cabe destacar que muchos son los historiadores que discrepan con este postulado. Luego de su juicio, Bathory fue sentenciada de por vida a ser emparedada viva. De este modo, se la encerró en uno de los muros de su castillo con el espacio suficiente como para recibir aire y alimentos. Después de años de agonía tras los muros, la condesa dejó de existir. Sin dudas, es una historia que aportó mucho al mito del vampirismo y aunque quizás nunca sepamos qué motivo a una mente tan disfuncional como la de Bathory, el caso aún llama la atención de numerosos investigadores, antropólogos e historiadores.




-          Vlad Tepes, “el empalador”: Vlad Drăculea, el protagonista del Drácula de Bram Stoker. 


 

1 comentarios:

  1. Tristemente Enriqueta Martí no solo secuestraba los niños para hacer ungüentos, primero los prostituía y cuando ya no le eran rentables hacia sus pócimas i demás para la alta burguesía catalana, y que nunca se investigó por dos razones por la posición de los compradores/pederastas que iban a su burdel y porque se tenía muy presente la setmana tràgica y no querían que se repitiera así que mandaron al ABC que falsera la noticia sobre los clientes.
    Es más ella llego a amenazar que si le intentaban hacer algo hablaría que por algo tenía una distinguida clientela

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