Rescatamos uno de los crímenes más horrendos, que aún retumban en Hollywood. Fue el de Sharon Tate, una bella actriz y modelo estadounidense. Por entonces, cuando tuvo lugar esta tragedia, en agosto de 1969, era la mujer del director de cine Roman Polanski y estaba embarazada de ocho meses y medio, a pocas semanas de dar a luz. Fue brutalmente asesinada por seguidores de la secta “La Familia”, del líder Charles Manson, en su casa (junto a cuatro personas más). Un crimen que pone los pelos de punta.
En este crimen, como en otros, la casualidad jugó un papel fundamental: quizá si Roman Polanski y Sharon Tate no se hubieran ido a vivir al 10050 de Cielo Drive (Los Ángeles), otros habrían sido los asesinados. O si Roman Polanski no hubiera estado, durante ese verano, en Reino Unido, rodando, a lo mejor no hubiera ocurrido así esta historia. En la elección de sus víctimas por parte de los asesinos casi con toda seguridad pesó el que Sharon estuviera embarazada y el que fuera un icono sexual en ese momento. Nadie podía obviar que Sharon Tate era dueña de una belleza incuestionable.
Sharon Tate representa el prototipo de chica que siempre llamó la atención, desde pequeña, por su belleza. Nació en Dallas, Texas, en enero de 1943, y era hija de un coronel del Ejército de los Estados Unidos. De pequeña vivió entre EE.UU. e Italia. «Era tan bella que en Europa la gente se daba la vuelta por la calle para mirarla», solía decir su madre, Doris Gwendolyn. Con esa cara consiguió su primer papel importante. Protagonizó El ojo del diablo, junto a David Niven y Kim Novack. Tate se trasladó a Londres a filmar esa película. Más tarde vendrían más títulos y su encuentro con Roman Polanski, que quedó enamorado de ella de inmediato. Sobre Sharon Tate, dijo la también actriz Claudia Cardinale que «tenía a todo el mundo a sus pies, pero nunca ejerció como una diva ni nada parecido».
Roman Polanski salió en dos ocasiones con Tate antes de darle el papel en El baile de los vampiros. En la primera cita no hablaron. En la segunda, Sharon recordaba: «Me llevó a su apartamento. Encendió algunas velas y me dejó sola esperando. Minutos después entró en la habitación con una máscara de Frankestein. Empecé a gritar y me dijo que había conseguido el papel». El papel y a su marido. Se casaron en 1968 en Londres. «Ella no solo era el amor de mi vida, era el amor de la vida de todo el mundo», llegó a escribir Roman Polanski en un libro que se publicó en agosto de 2014, coincidiendo con el 45 aniversario de la luctuosa muerte de Sharon Tate. Un libro recopilado por Debra Tate, hermana de Sharon, que cuenta anécdotas de Sharon y comparte fotos inéditas.
Tras casarse, a Polanski le contrataron para dirigir en Londres La semilla del diablo, una película en la que el propio director pensó en su mujer para que la protagonizara. No fue así, finalmente. El papel protagonista recayó en Mia Farrow. Mientras, Tate preparaba El valle de las muñecas en Los Ángeles. Ella estaba embarazada. Y enfadada con Polanski. La razón, él retrasaba su vuelta de Gran Bretaña y Tate estaba algo harta de sus juergas. El 8 de agosto de 1969, a dos semanas de dar a luz, Sharon decidió salir a cenar con unos amigos. Su exnovio, Jay Sebring; la rica heredera Abigail Folger; el actor polaco Voytek Frykowski y Steven Parent se reunieron con Tate en «El Coyote». Volvieron a casa de Sharon sobre las diez y media de la noche.
A la mañana siguiente, el ama de llaves de la mansión en la que residía el matrimonio Polanski llamó a la Policía tras hallar los cuerpos de todos. A Sharon le habían propinado 16 puñaladas; cinco de ellas ya eran mortales de por sí. Polanski se enteró por teléfono y, rápidamente, retornó a Estados Unidos.
Hubo cinco detenidos por el crimen. Una joven llamada Susan Atkins fue la encargada de matar a Tate. También entró en prisión el líder de la banda, Charles Manson, para quien la casa de los Polanski representaba su rechazo contra el show bussiness. Ambos fueron condenados a cadena perpetua. Manson aún sigue en la cárcel.
El 13 de agosto, Sharon Tate fue enterrada con su hijo en brazos. Tras el asesinato, su madre y su hermana se convirtieron en abanderadas de los derechos de las víctimas. Debra abrió una fundación en memoria de Sharon. Su marido se mudó a Europa y no rodó ninguna película hasta Macbeth, en 1971. «Después de tantos años, no soy capaz de ver una puesta de sol sin pensar en cuánto lo disfrutaría ella, y me pasará hasta el día que me muera», llegó a decir Roman Polanski.
Polanski llegó a admitir después que, en los meses siguientes a los asesinatos, sospechó de varios amigos y colegas, y que su paranoia sólo se apaciguó con el arresto de los verdaderos culpables. Incluso la prensa se hizo eco de una especie de pánico entre las estrellas de Hollywood de Los Ángeles, que estaban marchándose de la ciudad mientras que otros estaban instalando sistemas de seguridad en sus casas.
Sobre los asesinos, qué decir. Son de sobra conocidos. Ese 8 de agosto de 1969, cuatro miembros de “La Familia” Manson: Susan Atkins, alias ‘Sexie Sadie’, Patricia Krenwinkel, Leslie van Houten y Tex Watson, armados de cuchillos y un rifle, entraron en esa mansión de Bel Air, lujoso barrio de Beverly Hills en Los Ángeles, en la que vivían Roman Polanski y su esposa Sharon Tate. Los autores del crimen, los miembros de la conocida como familia Manson, eran una secta liderada por Charles Manson que creía en la llegada de una guerra racial inminente. Los miembros de este grupo sentían además un profundo odio por el mundo del show bussines y cometieron una serie de asesinatos similares contra otros rostros conocidos de la industria cinematográfica y musical.
Su crimen más mediático fue el de Sharon Tates y sus amigos. Susan Atkins y Charles «Tex» Watson fueron dos de los cinco miembros de la familia Manson que más detalles revelaron del crimen. Su falta de humanidad y de remordimientos es lo que más atemorizó a la sociedad cuando tuvieron lugar los hechos. Atkins fue la responsable de la brutal muerte de Sharon y durante el juicio relató con total tranquilidad como asesinó a la actriz: «Para mi no era una persona, era como un maniquí, solamente pedía, y suplicaba, y pedía, y suplicaba, hasta que me harté y la apuñalé».
En uno de los textos recogidos en el libro que en 2014 publicó la hermana de Sharon Tate, Roman Polanski explica todo lo que significó esta mujer en su vida: «Lo que me enamoró de ella era su inmutable buena naturaleza, su amor por el resto de personas y los animales. (...) Mantenía el equilibrio perfecto entre afecto y cuidados y tenía un increíble sentido del humor. Soy un desastre para hacer mi equipaje y ella siempre me lo organizaba perfectamente, sabía exactamente que iba a necesitar en cada viaje. Todavía hoy, no hay momento en el que al hacer la maleta no me acuerde de ella».
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