Un periodista
acostumbrado a escribir sobre crímenes y a cubrir las muertes de otros aparece
asesinando en su casa de Lugo en extrañas circunstancias. Nadie podía
imaginarse que tras muchos años escribiendo para las páginas de sucesos del
diario El Progreso de Lugo, Gerino Núñez Díez acabase siendo el
trágico protagonista de una de sus historias. Una historia, por otra parte,
repleta de luces y sombras, de enigmas y de incógnitas… de partes oscuras que
podría haberse convertido casi en el modelo de crimen perfecto.
La víctima de este
asesinato era un veterano periodista de cincuenta y nueve años, que llevaba una
vida apacible y rutinaria. Durante los dieciséis años que llevaba cubriendo
información de sucesos para El Progreso se había ganado merecidamente la
fama de cumplidor, con buenos contactos en la policía y en los juzgados.
Llevaba el tipo de vida honrada, y hasta cierto punto a veces misteriosa, que
se puede esperar de un redactor de sucesos de la vieja escuela. Cada día solía
llegar temprano a la redacción del periódico, así que aquel lunes 15 de julio
de 1991 sus compañeros empezaron a preocuparse cuando vieron que no se
presentaba. Gerino estaba soltero y vivía con una sobrina en Lugo. Había pasado
el fin de semana en Viveiro con su familia. De hecho, el domingo llamó por
teléfono a la redacción para saber si había algo urgente. Los compañeros le
informaron de las novedades y él tomó nota. Sin embargo, a mediodía no había
aparecido aún por el periódico. Sus compañeros llamaron a Viveiro pero su familia
les aseguró que había marchado temprano en su R-5 rumbo a Lugo. No parecía
especialmente preocupado ni había ningún indicio de que aquel lunes de verano
fuese distinto a otros.
La fatal sorpresa llegó
cuando su sobrina descubrió en torno a las ocho de la tarde de ese lunes el
cuerpo de su tío, sin vida, en su piso. Estaba sumergido en la bañera, con las
manos atadas a la espalda, los ojos tapados, los orificios de la cabeza (nariz,
boca y oídos) taponados con una gasa y señales de haber sido estrangulado. Todo
indicaba que había sido asesinado en el salón, pues había rastros de sangre y,
después, trasladado al cuarto de baño. El asesino se había tomado su tiempo
para dar forma al crimen y despistar: sobre la cama de Gerino había fotografías
familiares conformando una figura geométrica y en el agua de la bañera había
flotando una familia de patitos de plástico (toda una muestra de humor
macabro). Además, los cajones estaban revueltos y su ropa tirada, como si todo
hubiera sido un robo. Gerino tenía otro piso en Lugo, en el que se encontró una
fotografía del periodista tachada con una cruz y alguien había cortado las
gomas del gas. ¿Qué podía significar aquello? ¿Podría proporcionar todo lo
ocurrido en ambos pisos algunas pistas a la policía?
Se dispararon las
incógnitas y las hipótesis sobre este crimen. Se llegó a pensar que su muerte
tenía algo que ver con su actividad profesional, ser redactor de sucesos.
¿Tenía enemigos el periodista? ¿Lo habían matado por temor a que hiciese alguna
revelación? De lo que no había duda es de que el asesino era un sádico, con
toda esa puesta en escena, aunque, eso sí, se desconocía el móvil. Al director
del periódico no le constaban que Gerino tuviese enemigos ni que estuviera
inmerso en algún asunto turbio relacionado con su labor periodística pero
también es cierto que muchos periodistas no informan a sus jefes de sus
contactos y fuentes. Otra incógnita que se reveló durante la investigación de
la policía fue el inquietante testimonio de una monja de Viveiro. Según ella, Gerino
le había dicho: “Rece por mí. Estoy metido en problemas muy gordos”. ¿A qué se
refería?
Este asesinato fue
ampliamente investigado, se hicieron varias detenciones pero no había pruebas
sólidas ni certezas. El juez llegó a decir que había una buena hipótesis pero
no podía probarse nada. En Lugo se extendió el rumor de que no podía decirse
quién era el autor del crimen porque comportaría un gran escándalo. Se
archivaron pues las diligencias. Se hicieron dos autopsias al cadáver de
Gerino; la primera no dio mucha información pero sí la segunda, que determinó
muerte por estrangulamiento.
Como si no hubiera
suficientes misterios en toda esta historia, hubo una más. El hermano y la
sobrina de Gerino fueron detenidos por la exhumación ilegal de su cadáver. ¿Qué
pretendían hacer con su cuerpo? Aunque parezca inusual e increíble, entran en
juego los mitos y las tradiciones de la Galicia más enigmática. Los familiares
declararon que su intención era trasladar el cuerpo de Gerino porque en vida
había dicho que quería ser enterrado con sus padres.
La investigación quedó
en punto muerto hasta 1995, cuatro años después. Un preso reincidente a quien
acababan de detener por tres asesinatos confesó también la autoría del de
Gerino. Se trataba de un recluso que, estando de permiso penitenciario, había
vuelto a delinquir: Emilio Pérez Vilarchao. Este individuo, catalogado
por la policía como un psicópata peligroso, frío y calculador, cumplía prisión
desde 1982, por diferentes delitos, como robos con fuerza y lesiones de arma de
fuego. Había estado en prisiones de diferentes puntos de la geografía española
y cuando fue detenido estaba internado en la cárcel de Villanoba, en Llanera,
Asturias. Pérez Vilarchao fue detenido en Gijón en noviembre de 1995, acusado
de matar a tres personas en la parroquia de Serín (concejo de Gijón). Tras su
detención, en Gijón, Emilio Pérez Vilarchao se declaró también autor del
asesinato en 1991 de Gerino Núñez, redactor de sucesos de El Progreso.
http://elpais.com/diario/1994/05/23/espana/769644018_850215.html
Interesante reportaje de el diario El País tratando este caso.
Vilarchao había
asesinado en septiembre de 1995 a tres personas, cuyos cuerpos aparecieron bajo
el viaducto de la autopista “Y” en Serín, y en el dique de contención de la
desembocadura del río Aboño, cerca de Gijón. Al parecer los había torturado y
estrangulado en un almacén de pescado después de que ellos intentaran comprarle
droga con billetes falsos. Lo que los investigadores no podían esperar es que
ese individuo fuese también el asesino del periodista de sucesos.
Según el testimonio de
Vilarchao, el asesinato de Gerino fue un encargo que llevó a cabo para hacerle
un favor a un amigo de la cárcel, cuando estuvo en la prisión de Bonxe (Lugo).
¿Era este el lío gordo del que Gerino habló a la monja? No lo sabemos porque el
asesino confeso no dijo el nombre de ese supuesto amigo entre rejas. De hecho,
poco después se echó atrás y negó los hechos. Se desconocen por tanto los
auténticos motivos que propiciaron este crimen.
Vilarchao, conocido
como el “asesino de fin de semana” ya que cometió los cuatro asesinatos durante
permisos penitenciarios, era un fetichista de un objeto en concreto, de los
relojes. En el momento de su detención, la policía encontró siete relojes en su
poder y cuatro de ellos pertenecían a sus cuatro víctimas, entre ellos el de
Gerino Núñez Díez.
El asesino fue juzgado
y condenado en 1997 por ambos crímenes. Se le impuso una pena de veinte años de
prisión por el asesinato del periodista y de sesenta y cinco años más por el
posterior triple crimen, en Serín. Se trataba por tanto de un reincidente, que
ya había cumplido otras condenas por otros delitos. Fue puesto en libertad en
marzo de 2012. Ya en la calle, ofreció una entrevista a un medio de
comunicación y siguió negando los hechos que confesó en el momento de su
detención.
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