Vivimos tiempos en que
parece que la inmediatez, la conectividad y el contar todo aquello que nos
pasa, casi minuto a minuto, son
principios fundamentales en nuestro trabajo, en nuestra vida… Hay
individuos que, con suma maldad o con trastornos mentales, o con ambas cosas,
se escudan en ello para cometer el peor de los actos posibles: matar y, encima,
relatarlo al instante por una red social, como si se tratara de algo heroico.
Algo está fallando cuando suceden hechos así.
Hace pocos días los
informativos de televisión y los periódicos de medio mundo se hicieron eco de
las tropelías cometidas por un asesino que se jactaba de sus fechorías
grabándolas y retransmitiéndolas por internet. Steve Stephens retransmitió en
directo cómo mató a sangre fría a un hombre, que fue elegido en la calle y al
azar. Después se dio a la fuga, armado y peligroso, en busca de nuevas
víctimas.
Ocurrió el pasado 16 de
abril en Cleveland (Ohio, EE.UU.). Stephens, de 37 años, había escrito en su
cuenta de Facebook antes del asesinato que quería matar y en sus mensajes
culpaba a su ex-novia de las atrocidades que planeaba cometer. Su víctima surgió
al azar y fue un hombre de 74 años identificado como Robert Godwin, padre de
nueve hijos y abuelo de 14 nietos, que se cruzó en el camino de Stephens cuando
paseaba una tarde, tranquilamente, por el barrio de Glenville. Todo lo
retransmitió en un vídeo en directo por Facebook.
En ese vídeo, que la
red social tardó dos horas en borrar, puede verse como Stephens va en su
vehículo diciendo “encuéntrame a alguien que voy a matar… este tipo de aquí
mismo, este tipo viejo”. Quiere que Facebook le encuentre espectadores porque
ya ha hallado a su próxima víctima. Acto seguido Steve Stephens se baja del
automóvil y le pide un favor a Godwin, que pronuncie el nombre de su ex, “Joy
Lane”, porque, según dice Stephens, “ella es la razón de lo que está a punto”
de pasarle. La víctima no entiende nada e intenta explicarle que no sabe de qué
le está hablando pero Stephens le dispara y lo mata de inmediato.
Después, vuelve a su
vehículo con la intención de encontrar nuevos objetivos. Tras conocerse el
hecho en redes sociales, Calvin Williams, portavoz de la policía local, se
dirigió al sospechoso en una rueda de prensa para pedirle que se entregase a
las autoridades. La policía de Cleveland, en colaboración con el FBI, mantuvo desde
entonces un gran despliegue para localizar a Stephens, a quien describió como
un hombre negro, calvo y con barba abundante, de 1,85 metros de altura y unos
110 kilos de peso, con camiseta de rayas azules y que conducía un vehículo
blanco, un Ford Fusion, como puede constatarse en el vídeo. El alcalde de la
ciudad, el demócrata Frank Jackson, pidió a Stephens ante los medios que no
hiciera más daño porque las autoridades saben “quien es” y lo van “a capturar”.
Poco antes de cometer
el asesinato, Stephens publicó en su perfil de Facebook un mensaje sobre Joy
Lane, que supuestamente es su ex-novia, en el que dice “he pasado tres años con
esta zorra, ojalá nunca la hubiera conocido”. En otro mensaje en esta conocida
red social llegó a escribir: “He perdido todo lo que tenía en el juego. No voy
a entrar en detalles pero he llegado al límite, estoy realmente en una mierda
de asesinato. Facebook, tienes cuatro minutos para decirme por qué no debería
estar en el corredor de la muerte. Voy en serio”.
En otra grabación llegó
a decir que había cometido 13 homicidios, algo sobre lo que la policía de Cleveland
no tuvo ningún indicio. En otro vídeo que se grabó dio su número de teléfono y
dijo dónde trabajaba. Llegó a definirse ante la cámara así: “Siempre he sido un
jodido monstruo, tío”.
Dos días después del
crimen, el 18 de abril, y tras una breve persecución policial se pegó un tiro
en Erie (Pensilvania, EE.UU.), a unos 160 kilómetros de Cleveland. Fue hallado
en el mismo Ford Fusion blanco en el que emprendió su huida. Las fuerzas de
seguridad de cinco estados, incluido Pensilvania, estuvieron en alerta y
contaron con la ayuda de FBI, que había prometido una recompensa de 50.000
dólares por alguna información que ayudara a su captura. Y se recibieron llamadas
de todas las partes del país, intentando dar pistas sobre el paradero de este
individuo. Las autoridades distribuyeron fotos a la prensa de Stephens junto
con la descripción y matrícula del vehículo que conducía en el momento del asesinato,
un Ford Fusion blanco.
Las autoridades
constataron que, pese a que él señaló que había matado a una docena de personas
y que tenía pensado seguir cometiendo asesinatos por despecho, no había
indicios de que Stephens perpetrara más crímenes que el de un anciano.
Stephens era trabajador
social y culpaba de sus acciones a la ruptura con su ex-novia aunque los
investigadores descubrieron que también tenía problemas económicos y que se
enfrentaba a un posible desahucio por problemas con el juego. Según contaba en
los vídeos que grabó, él sentía que nadie quería escuchar sus problemas. A raíz
de esto, este inadaptado cuenta que visitó a su madre para intentar conversar
sobre sus problemas pero que, incluso a ella, “él no le importaba nada”. Por
todo esto, anuncia en un vídeo que “personas inocentes van a morir hoy”.
Esta terrible historia,
la del hombre que se baja del coche y elige al azar una víctima para dispararle
a bocajarro, y que se suicida tras una persecución policial, sin duda ha puesto
en evidencia uno de los puntos flacos de la empresa de Mark Zuckerberg: la
vigilancia de los contenidos violentos y/o censurables y las “fake news”.
El propio Mark Zuckerberg ha tenido que pedir disculpas por el mal uso de su creación. |
El caso de Stephens,
por desgracia, no es el único de delitos y crímenes que han sido registrados y
difundidos por redes sociales. Es una práctica cada vez más común y que la red
social trata de frenar. A principios de abril, un grupo de jóvenes retransmitió
en directo la violación de una niña de 15 años en Chicago. En la misma ciudad,
otros cuatro jóvenes grabaron en directo una paliza a un chico con discapacidad
mental. En enero, tres jóvenes también filmaron la violación de una mujer en
Suecia.
El propio padre de
Facebook Mark Zuckerberg dijo en un evento que tuvo lugar poco después de este
terrible suceso: “Nuestro foco está en construir una comunidad. (…) Nuestro
corazón está con la familia y amigos de Robert Godwin. Vamos a hacer todo lo
que podamos para evitar este tipo de tragedias”.
Por su parte, el vicepresidente
de operaciones globales de Facebook, Justin Osofsky, reconoció en el blog de la
red social que la retirada de los vídeos llegó demasiado tarde. “Sabemos que
tenemos que hacerlo mejor”, dijo Osofsky. En palabras suyas: “Como resultado de
esta terrible serie de sucesos, estamos revisando nuestros informes para
asegurarnos de que la gente pueda informar fácilmente y lo más rápido posible
de los vídeos y otros materiales que violen nuestros estándares”. Según Osofsky,
Facebook recibió la primera denuncia del vídeo del sospechoso más de una hora y
45 minutos después de que fuera colgado.
¿Cómo se puede hacer
para evitar todo esto, que estas atrocidades, estos contenidos macabros y
delictivos no se puedan subir a las redes sociales?
elperiodico.com |
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