En esta sección contamos los posibles orígenes y ritos relacionados con el toro, las corridas de toros y la tauromaquia en general.
El mundo del toreo ahora está en un punto crítico con la prohibición de las celebraciones en algunos países y pueblos. Pero durante un buen tiempo se han mantenido como parte del programa de las fiestas más populares y de la tradición de muchas villas y de la Península Ibérica.
Analizamos algunas de las teorías que han mostrado ese origen gracias a los escritos previos de investigadores.
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Los <<toros>> son un espectáculo que se llama así. No se llama <<los toreros>>. Se va a ver en él la presencia, movimiento, ardides y peleas de uno de los animales más bellos de la fauna terrestre, lidiado y dominado por el hombre. El hombre, al lado de un toro, es una construcción equivocada y torpe. Sostener setenta u ochenta kilos sobre esas dos frágiles cajitas o joyeritos óseos que son los pies es un puro disparate. El hombre está perdido como instinto o fuerza. Pero entonces aparece la inteligencia y resuelve el problema. El toreo es el espectáculo más <<intelectual>> que existe... El cuidador de la ganadería es llamado <<el conocedor>>. La corrida de toros, como las obras de Descartes o Kant, forma parte de la teoría del conocimiento. (...)
Los <<toros>> pueden verse de muy diversas maneras. Yo los he visto al lado de Jean Cocteau, que los interpretaba como un rito mágico y nupcial de la Muerte y el Amor. También los he visto al lado de Fernando Villalón, que los veía con ojos de arqueólogo, poeta y místico, con profundidades tartésicas y cretenses. Pero lo mejor es verlos al lado de una mujer que asusta.
JOSÉ MARÍA PEMÁN: Prólogo al libro La entraña del toreo (1967)
Las corridas de toros se prohíben en Colombia
El Congreso de Colombia ha aprobado, el pasado 29 de mayo de 2024, una ley que prohíbe las corridas de toros en el país sudamericano. Con 93 votos a favor y 2 en contra, la Cámara de Representantes le dio el sí definitivo al proyecto, que prohíbe también otros tipos de “entretenimiento cruel con animales”, como el rejoneo (toreo que se hace montado a caballo), las novilladas y las becerradas. La aplicación de esta ley no es inmediata, da un plazo de tres años al gobierno para que ofrezca alternativas económicas a las personas que trabajan en la tauromaquia. Y establece que las plazas de toros se transformen en escenarios aptos para eventos culturales y deportivos.
Tras el veto colombiano, ahora solo siete países del mundo siguen permitiendo la tauromaquia a nivel nacional, que son: Ecuador, México, Perú, Portugal, Venezuela, España y Francia.
Enlace: https://www.bbc.com/mundo/articles/cgll2z9lx2xo
El repaso al folclore y las fiestas populares en España tiene a un animal insignia que se ha convertido en el símbolo de nuestro país y hasta en un reclamo turístico: el toro bravo. De hecho, en cualquier festejo, civil o religioso, más propio de fechas primaverales y de verano, tienen su propia corrida de toros o su encierro considerado ya parte fundamental del programa de una feria de una villa, pueblo o ciudad. Hasta un conocido concurso de televisión (como lo fue en su momento el Grand Prix) tenía a la vaquilla como una de las pruebas más importantes en las que los concursantes debían evitar. Hasta que llegó el movimiento animalista... que obviamente cambió todo el panorama y las políticas progresistas que se están implantando van encaminadas a erradicar o quitarle importancia a las fiestas taurinas y al toreo como un elemento cultural.
*ANOTACIÓN: Esta entrada/artículo no tiene intención de vanagloriar ni de denunciar al mundo taurino y a la realización de sus acciones. Simplemente es un análisis folclórico, histórico y hasta enigmático del por qué el mundo del toro ha llegado a ser tan importante en nuestra cultura. Basado en el análisis que realizó Jesús Callejo en su magnífica obra Fiestas Sagradas (Edaf, 1999).
El motivo de escribir este capítulo es que, a menudo, se olvida que el toro negro representa a un dios de la oscuridad al que simbólicamente (sin sangre por medio) hay que matar para que el hombre (el <<ser de luz>>) pueda vivir. Ya sé que dicho así, puede sonar a chino. Vayamos por partes.
Jesús Callejo en Fiestas Sagradas, pág. 277
Indagar en el origen de la tauromaquia es conocer que esta Fiesta Nacional tiene un origen pagano. Los teólogos de los siglos XVI y XVII calificaban a estas fiestas de spectaculum daemonum (espectáculo de los demonios) y <<abominación de los gentiles>>. Según cuenta Callejo en su gran libro: El papa León X, en el 1517, por medio de la bula De Salute Gregis, prohibió asistir a espectáculos taurinos so pena de ex comunión. El que muriera por asta o pitón corría la misma suerte que los suicidas: no se le dispensaba sepultura cristiana. Es decir, fue un intento en vano de la Iglesia por desarraigar una costumbre sangrienta que se fue extendiendo, de hecho, algunos obispos fueron castigados por practicar inocentemente la taurolatría o culto al toro. Hay dos precedentes bien claros que señala el investigador leonés en su libro que son:
1327. En Zamora se promulgó una orden por la cual se prohibía tajantemente la osadía de correr toros o vacas bravas.
1570 (Renacimiento). El papa Pío V promulgó una bula calificando estos actos de <<torpes juegos del demonio>>.
Hay otras interpretaciones, como la cinegética (<<la tauromaquia representa el vestigio de las antiguas cacerías de toros, que han quedado representadas en ciertas pinturas rupestres>>) y la ganadera (<<las corridas son un vestigio de las antiguas domas de toros>>). De todas maneras, -como bien expresa el bueno de Jesús Callejo- las corridas de toros se presentan como un complejísimo mosaico en el que hay que rastrear el origen de cada una de las piezas.
El fallecido profesor de antropología Álvarez de Miranda, autor de Ritos y juegos del toro (1962), estudió la significación antropológica-cultural del toreo y condensa en tres partes las teorías más convincentes sobre los orígenes de los distintos elementos que comprenden la corrida de toros:
Durante la primera parte de la corrida, el torero usa la capa para determinar el ángulo de visión o la fuerza del toro que le ha tocado en suerte. Para Álvarez de Miranda, esto describe una significación mágico-simbólica que poseyó en tiempos antiguos la capea como parte del rito nupcial, en la cual, la capa del torero sería la del esposo, y el toro recogería en ese vestido la potencia genésica de la res. Esto se acabaría llamando la <<fiesta del toro nupcial>>, que existió en ciertas zonas de Extremadura, y se difería de la corrida actual en la cual el toro permanecía atado y no se le acababa matando, aunque se le hacía sangrar. Esta "no" lucha contra el toro simplemente consistía en recibir las embestidas del animal en los vestidos de quien lo portaba y se lo mostraba, pero sin llegar al sacrificio. Se trataba, pues, de un rito de magia por contacto, característico de varios pueblos primitivos y arcaicos. En sus comienzos el protagonista de este rito mágico era la mujer y no el varón y lo avalan varias leyendas como: el mito de Parsifae (madre del Minotauro de Creta), el rapto de Europa (cuando Zeus se enamora y se metamorfosea en toro para raptarla) o <<el salto sobre los toros>> (acto religioso-deportivo realizado por acróbatas femeninos en la ciudad griega de Creta). Es decir, se asume que el torno pudo tener una energía procreativa (así lo pensaban los antiguos egipcios) y se vinculaba a la mujer con la agricultura y a los procesos de fecundación vegetal, animal y humana con con esta suerte de capa descubierta en varias culturas primitivas y de orientación matriarcal.
La suerte de las banderillas y la faena de la pica. Es la segunda parte de la corrida en que se clavan dardos en la parte posterior del cuello del toro. Sigue la faena de la pica, en que la acción consiste en picar al toro con lanzas. En esta parte ya entra en juego la teoría cinegética, ya que, la caza del toro fue, más que un deporte, una necesidad de las tribus íberas. Pero después, se convertiría en una actividad reservada a la nobleza. De ahí que los primeros toreros fueran siempre hidalgos y la figura del picador sería como una variante plebeya de esta remota actividad cinegética. ¿Y el significado de las banderillas? Serían las sucesoras de aquellas jabalinas que utilizaban los íberos para cazar a pie a los toros.
Suerte del estoque. El matador usa un estoque o espada para matar al toro y dar por finalizada la lidia. Al parecer, la muleta era en un principio sábanas de la cama nupcial, que de esta forma adquirían esa capacidad procreativa ya mencionada. Pero lo esencial en la suerte del estoque es el sacrificio del toro; tan esencial, que ha convertido en simples artefactos primitivos la banderilla o la pica, cuando en un principio eran letales. Todo este rito bebe del culto mitraico (originario de Persia, donde Mitra es dios de luz e intercede entre el hombre y los dioses), en el cual, el toro es visto como fuente de la vida, al que es preciso matar, permitiendo así nacer todo: el acto de matar es igual al de crear.
Por lo tanto, una de las conclusiones a las que llega el escritor Callejo en su libro es que una de las interpretaciones más lógicas de la fiesta taurina es la del culto al héroe. Hablamos de una faena aplaudida cuando se produce esa muerte violenta del animal a manos del "héroe", al que todo el mundo vitorea y sacan en volandas. Al igual que al rey y héroe legendario de la antigua Sumeria, Gilgamesh, aparece en muchos cilindros estrangulando a un toro, con características más o menos antropomórficas.
Más ejemplos de simbología: el toro como una divinidad lunar. La posesión de cuernos representarían las fases de la luna con ese color negro que presentan muchos de los astados. La luna como símbolo de la noche y el color oscuro como símbolo de la muerte. Y por eso el <<torero>> es el vencedor de la muerte y del mal. De ahí que pore un traje de luces como un desafío a las tinieblas nocturnas, un desafío de la razón a la irracionalidad y a la fuerza bruta. El toro, unas veces interpretado como encarnación de todas las plagas que asolan el Universo (y, por eso, debe morir); o, por el otro lado, como una fuente de bienes, de energía y de fuerza (que debe ser aprovechada con el sacrificio). La mentalidad primitiva creía que la sangre del toro poseía un inmenso poder fecundante.
<<... desde el punto de vista antropológico y etnográfico, lo que son vaquillas, toros ensogados, enmaromados y de cuerda, por un lado, toros de fuego o encohetados y embolados, por otro, tienen tanto o más interés, porque nos ponen ante algo generalizado en vastas porciones de la Península, desde épocas remotas hasta nuestros días>>.
El estío festivo, de Julio Caro Baroja (1984).
Como menció especial a los toros embolaos y enmaromaos, y de dónde viene ese culto... los íberos llegaron a utilizar manadas de toros salvajes contra los soldados púnicos de Aníbal en la batalla de Hélice (liderados por el caudillo íbero Orissón, alrededor del 229 a. De C.) guiada por algunos guerreros que corrían delante de ellos, recordando de esta manera a los famosos encierros de San Fermín y que se repiten en otros lugares de la península. El mismo Aníbal copió esta táctica y usó a los toros contra los romanos en la batalla de Salerno, pero atándoles a los cuernos ramos de sarmiento prendidos con fuego para que la embestida fuera más eficaz. Y este hecho histórico se ha convertido en una costumbre festiva (mal vista) como la de Medinaceli (Soria) o en la localidad de Rubielos de Mora (Teruel) en las cuales se utilizaba bolas de brea colocadas en sus cuernos: los toros de fuego o embolaos.
En cuanto a la costumbre de atar una larga soga al cuello de un toro o de un buey (enmaromao) para arrastrarlo por las calles de un pueblo y controlar así sus idas y venidas, en la época del Duque de Rivas ya se hacía alusión a uno de estos toros en las fiestas de San Juan en Badajoz celebrando el aniversario de su reconquista.
Un viajero francés de paso por España, en concreto por Irún, describió así sus impresiones al ver la lidia de un toro enmaromado en 1820: <<El animal estaba... retenido por una maroma, que se soltaba más o menos para dejarle ir sobre los aficionados a esta clase de ejercicios, que venían a provocarlos valientemente desde lejos con palos o pañuelos y que, a continuación, no tenían piernas suficientes para salvarse cuando se ponían a perseguirlos. Llegaba a veces la complacencia, para mayor regocijo del público, hasta permitir al animal hacer una incursión sobre los espectadores benévolos, que entonces no tenían otro recurso, para evitar el abordaje, que refugiarse en los portales y las escaleras de las casas>> (M. E. B. Souvenirns du pays basque e des Pyrinées).
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