En este pequeño documento sonoro, y con unos cuantos datos sacados del famoso libro 'Fiestas Sagradas' de Jesús Callejo, contamos unos datos referentes al posible origen de esa festividad de los enamorados que se celebra cada 14 de febrero.
Quizá el contexto se haya desvirtuado completamente, pero hay costumbres que sí se han mantenido con el paso de los siglos y todavía no está claro del todo cuál pudo ser el verdadero Valentín que diera origen a esta historia. Es todo un misterio, como el amor.
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Cada 14 de febrero, se celebra San Valentín. Y más allá de haberse convertido en un día comercial para los enamorados o los que quieren exaltar su amor en las redes sociales, es una fiesta con un origen muy curioso (nada más y nada menos que del siglo III). No ha sido una festividad que se haya celebrado siempre, de hecho, en la reforma del calendario litúrgico de 1970 fue suprimida del calendario universal por ser <<poco significativa para la iglesia>>. Pero aquella supresión del Vaticano no tuvo ningún efecto ya que el nombre de San Vaentín sigue en el registro y devoción en este día, ¿sabían ustedes que la Iglesia pretendió suplantar el culto al patrón de los enamorados con la conmemoración a los dos evangelizadores de los eslavos, San Cirilo y San Metodio? Al final se impuso el "afecto" del pueblo por conmemorar a solo uno, aunque no haya sido bien visto por la máxima institución religiosa.
Según nos cuenta Jesús Callejo en uno de sus numerosos libros, Fiestas Sagradas (Edaf, 1999), hubo al menos dos santos con el nombre de San Valentín. Uno de ellos fue un sacerdote de Roma que pasó mil y una calamidades en tiempos del emperador romano Claudio II -conocido con el apodo de el Gótico-, que reinó desde el año 268 al 270*. Aunque las crónicas dicen que este suceso pudo ocurrir sobre el 11 de febrero del año 280 (lo que no concordaría con el mandato del emperador mencionado), el hecho nos cuenta que el teniente prefecto de Roma de aquel tiempo, Asterio, se encargó de este tal Valentín, que curó la ceguera de su hija. Sí sí. Parece ser que éste puso sus manos sobre los ojos de la muchacha, invocó a su Dios y, al acabar la oración, la hija ciega de Asterio había recobrado la vista. Este milagro realizado por Valentín, motivó la conversión de Asterio y de toda su familia al cristianismo. Pero estos hechos irritaron tanto al emperador que mandó matar al mismo Asterio y a todos los cristianos que él liberó, incluido Valentín, a quien ordenó degollar.
*Fiestas Sagradas (Jesús Callejo, Edaf, 1999).
Así que, si la historia de ese primer Valentín acabó de manera trágica, queda por saber qué pasó con el otro -que tampoco se diferenció mucho de su final como así se cuenta-. Ese segundo Valentín el Santo pudo haber sido un taumaturgo que vivía en la ciudad italiana de Terni y que fue arrestado por orden del prefecto Plácido, porque se negaba a hacer sacrificios a los dioses, lo que le valió ser decapitado a la primera de cambio. Se fijó como día de su muerte el 14 de febrero y el papa Julio I (337-352) erigió una basílica junto al lugar de su martirio y de su sepultura, no lejos de la Vía Flaminia romana, para que se le rindiera culto.*
Esto es lo que se ha contado de la posible historia u origen de ese San Valentín que ha dado nombre a este día completamente desvirtuado, pero no sería hasta el siglo XIII (en plena Edad Media) cuando en la Leyenda áurea de Jacobo de Vorágine plasmó la historia de un venerable sacerdote llamado Valentín que dedicó a unir parejas de jóvenes que a él acudían como última esperanza. Su labos como psicólogo y casamentero en aquella época le ganó la etiqueta de convertirse en el santo patrón de los enamorados.
Aunque el origen de ese posible autor de esta festividad no esá del todo claro a quien otorgárselo, sí que hay muchas referencias de este 14 de febrero como día sagrado para los amantes a una vieja creencia europea de que suele ser la fecha en la que los pájaros empezaban a construir sus nidos, y con ello, el comienzo del apareamiento. Esto contado de una furma muy bucólica en la literatura como esa metáfora del 'nidito de amor'. Pero no sería hasta el Renacimiento cuando esta fiesta del amor resurgió del olvido y de las viejas tradiciones con una historia que nos lleva a Inglaterra. Era el año 1537 y el rey Enrique III estableció por Real Decreto que el día de San Valentín fuese dedicado a los enamorados. Y como ya sabrán los más puestos en historia moderna, que la cultura anglosajona ha sido siempre muy insistente en difundir sus tradiciones a otros países. O quizá fue que ese 'flechazo' del ángel Cupido atravesó el corazón de más de uno y aprobaron la idea de que hubiera un día e que se pudiera dar rienda suelta al amor sin ser mal visto ni perseguido. Por eso debemos mencionar una referencia literari del gran William Shakespeare en el acto IV de una de sus magnas obras, Hamlet, cuando el personaje de Ofelia, de forma enloquecida exclama:
Mañana es la fiesta de San Valentín;
al punto que el alba aparezca,
yo, para poder ser tu Valentina,
iré a saludarte al alféizar
al punto que el alba aparezca.
Pero ahora muchos se preguntarán: 'Vale, la referencia literaria está bien, el posible origen del individuo no está mal tampoco, pero, ¿a qué viene esa costumbre de regalar, flores, bombones y tarjetitas con corazoncitos y declaraciones cursis que todos hemos estado viendo desde pequeños en el colegio cuando las compañeras confesaban su atracción hacia el más guapo o el más popular de tu clase?' pues viene del siglo XVII, cuando la costumbre de enviar tarjetas de corazones (llamadas <<valentines>>) se trasladó hasta la primera mitad del siglo XX casi como un juego de niños. Generalmente, esas tarjetas no iban firmadas y la letra se cambiaba para que el origen del/la posible admirador/a fuera un misterio. Ese elemento ya se ha utilizado como un acto de márketing para vender aún más la economía tras esta fiesta y ahora unidles todo el tema de los regalos que lleven chocolate o flores (y si son rosas o claveles rojos, mejor). Al final, es un dá más, en el que unos expresan más su amor, o lo dan a conocer en las redes sociales; las tiendas y supermercados se frotan las manos por vender más elementos, los restaurantes se quedan sin mesas con reserva mientras preparan las velas y el vino y todo se ha convertido en un acto de sensiblería barata y cursilería que para el que lo lee de fuera lo nota perfectamente y el que lo vive desde dentro... pues que se deje llevar ya que tampoco tiene que ser tan malo sentirse amado.
En fin, tras esta breve reseña del por qué de esta festividad, terminamos con un proverbio que deja el buejo de Jesús Callejo en la referencia que hace de este episodio en su gran y consultado libro Fiestas Sagradas: <<Por San Valentín cada Valentín escoge su valentina>>. Si ya la han escogido, ámenla, no solo este día, sino todos. Y si aún no la han encontrado, esperen, y no desesperen, ya que siempre les quedará el amor propio que ese debe ser siempre de verdad.
Feliz San Valentín.
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